Las comparaciones son odiosas, aunque también pueden ser divertidas. Hay duelos clásicos, como el de la tortilla de patata con o sin cebolla. Es el caso de la temperatura de la ducha, y parece obvio que fría sea para el verano y caliente para invierno.
Sin embargo, hay quien no se pone debajo de agua que esté a menos de 38 °C ni en plena ola de calor, como tampoco quien renuncie a una ducha fría aunque el termómetro de la calle esté a bajo cero. ¿Qué efectos produce en el cuerpo la temperatura del agua? El tema no es menor, como prueban diferentes estudios.
Ventajas del agua fría
Ducharse con el agua por debajo de los 30 grados tiene importantes beneficios.
Ayuda a despertarse
El chorro frío provoca un pequeño shock -primero causa una vasodilatación superficial para mantener la temperatura corporal y después, una vasoconstricción- que aumenta el consumo de oxígeno, la frecuencia cardiaca y el estado de alerta.
Calma el picor de la piel
La Academia Española de Dermatología (AEDV) explica que “la aplicación externa de agua fría o compresas húmedas produce un efecto calmante inmediato del picor y disminuye la inflamación de la piel”. También señala su utilidad en urticarias, picaduras de insecto y eccemas. Además, el agua fría reduce la rojez.
Mejora la circulación de la sangre
El frío provoca una vasoconstricción que hace que la sangre de los tejidos más profundos circule a mayor velocidad para mantener la temperatura corporal. La ducha fría puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares.
Reduce las agujetas después de entrenamientos intensos
Se atribuye al agua fría propiedades regenerativas y relajantes del músculo después de un duro entrenamiento. Un estudio en The Journal of Physiology encuentra que la ducha fría puede ser útil en “entornos de competición, en particular aquellos que requieren un cambio breve (como situaciones de torneos, encuentros atléticos y recorridos ciclistas)” o con altas temperaturas ambientales.
Promueve la pérdida de peso
La explicación está en que el frío activa la grasa parda para generar calor. En la zona del cuello y los hombros hay suficientes células de grasa parda y este es el argumento que esgrimen los defensores de la ducha fría para adelgazar.
¿Qué es la grasa parda?
A diferencia de la grasa blanca, que es la mayoritaria en nuestro cuerpo y que es una provisión inerte de energía, la grasa parda es un tipo de tejido adiposo cuya función principal es la “termogénesis”, es decir, producir calor cuando sentimos frío. Está presente en la mayoría de los mamíferos. Para los osos en hibernación, por ejemplo, la grasa parda es lo que les mantiene con vida durante su letargo, porque es lo que consume las calorías y lo que produce los niveles de energía necesarios para que la temperatura corporal sea relativamente estable. Para realizar su trabajo, estos tejidos contienen mitocondrias, que son los motores con los que se queman las calorías para producir calor.
¿Cómo podemos activar la grasa parda?
Si la termogénesis es la transformación y consumo de calorías para aumentar la temperatura corporal cuando sentimos frío… lo más lógico será que nos expongamos al frío para activar este mecanismo fisiológico. En teoría, cuando nuestro sistema nervioso se exponga a las bajas temperaturas, mandará la orden de activación a las mitocondrias de la grasa parda y se iniciará el consumo calórico de la termogénesis. Es decir, que una ducha de agua fría después del entrenamiento puede ser conveniente, no sólo para favorecer la recuperación de los músculos, sino también para favorecer la pérdida de peso.
Desventajas de la ducha fría
No es una buena idea para los frioleros, ya que la temperatura más baja no va a ayudar a calentarles de ninguna manera. De hecho, podría enfriarles aún más y aumentar el tiempo que tardará su cuerpo en volver a entrar en calor. En el estudio de PLOS ONE, un 13% de los participantes se quejó de frío persistente en los pies y las manos. Tampoco es aconsejable ducharse con agua fría cuando se está enfermo, ya que las bajas temperaturas pueden afectar al sistema inmunitario debilitado.
Ducha caliente
Los partidarios destacarán sobre todo el bienestar que experimentan al sentir el agua caliente correr por su cuerpo.
Ayuda a la relajación muscular
Alivian la tensión corporal y calman la fatiga muscular. Una ducha caliente antes de dormir favorece un buen descanso.
Alivia los síntomas del resfriado
El vapor que se desprende en una ducha de agua caliente es un remedio natural para reducir los síntomas del resfriado y la tos. El calor del agua y el vapor contribuyen a abrir las vías respiratorias, fluidificar las flemas y despejar las fosas nasales.
Mejora la limpieza de la piel
El agua caliente abre los poros y ayuda a eliminar grasa y otras impurezas cutáneas. La cara B de las duchas de agua caliente es, sobre todo, que reseca la piel y provoca picor y rojeces.
La mejor opción
No hace falta ser un genio para deducir que el agua tibia es lo idóneo, para soportar la temperatura del agua y después hidratar la piel después del baño. La ducha de contrastes, un minuto en agua fría y otro en agua caliente, repetido cinco veces, es lo más aconsejable.
Los beneficios para la salud se deben a que el agua fría contrae los vasos sanguíneos, de forma que toda la sangre irá al centro del cuerpo. El agua caliente abrirá los vasos sanguíneos y toda la sangre volverá a salir a toda prisa, bombeando la sangre completamente a través de los músculos y órganos, y es ideal para ayudar a la regeneración y desintoxicación.
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